miércoles, 9 de marzo de 2011

MARÍA GARCÍA TORRECILLAS















UN COMPROMISO CON LA VIDA


UNA HISTORIA ENMARCADA
EN DOS GUERRAS



Dos guerras diferentes pero unidas en el tiempo y en sus consecuencias marcaron la juventud de María robándole el derecho de ser dueña de su vida.

El 14 de agosto de 1945 se declaraba el final de la Segunda Guerra Mundial con el triunfo de las Potencias Aliadas, pero en Europa había un país que no sabía de festejos ni sabría de ayudas para su reconstrucción porque, al margen del conflicto que enfrentaba a medio mundo, vivía el horror de su propia, sangrienta y destructiva contienda encerrada al sur de los Pirineos.


ESPAÑA: SORDOS A LAS TRES ‘PES’

No soy historiadora, simple observadora que escucha y lee lo que unos y otros dicen de una época que no se quiere olvidar porque, hacerlo implicaría romper una estrategia política de décadas enmarcada en odios, en aras de una nueva y democrática defensa de un país de todos, para todos.

El 18 de julio de 1938, dos años después del levantamiento militar contra el gobierno republicano, el aún Presidente de la República Manuel Azaña, pronunció en Barcelona, donde se encontraba la capital provisional del Gobierno, el que se recordaría como el discurso de las tres ‘pes’ porque en él pide a los españoles de los dos bandos ‘paz, piedad y perdón’.

Poco menos de un año después, el 27 de febrero de 1939, Cataluña cae en manos del Ejército Nacional.

La cruenta guerra entre españoles se acercaba a su fin, la represión no.

Y no lo vería porque la palabra paz que en abril de aquel año se estampaba en los papeles, no era aceptada de manera incondicional en las mentes de los pobladores.

Había demasiados odios y no cabían ni la piedad, ni el perdón; ambos sustantivos habían perdido su significado real, tanto para unos como para otros que, cuando la marcha del conflicto les colocaban en posición de mando en cualquiera de las distintas regiones de España, se ocupaban de que el odio tuviera motivos para incrementarse y la paz no fuera posible para todos por igual.

¿Quién fue el verdadero culpable? Nadie piensa que vayan a terminar las elucidaciones de los que defienden la posición de los de un bando o la de los que están con la del otro.

No hubo punto final sino una inacabable continuidad de desaciertos, venganzas e imposiciones que hacen que no haga falta ser clarividente para saber que no habrá consenso.

Desde ambos bandos se cometieron atrocidades. En ambos bandos se sufrieron torturas, matanza, hambre y miedo.

En ambos bandos se aprendió a odiar y los hijos y nietos de los que sufrieron en carne propia aquel horror, sesenta y ocho años después le niegan oportunidades a dos de las tres ‘pes’ mientras se condiciona la primera al rencor, sin que tenga mayor peso la repetida frase de ‘yo ya olvidé’ porque con poco escarbar aparece el ‘olvidé pero recordaré’.



DESDE ALBANCHEZ A BARCELONA

María García Torrecillas es una mujer de 91 años. Cuando tenía 20 dejó, el pequeño pueblo de Albanchez, en la provincia de Almería, para buscar un mejor futuro en Barcelona.

De sus palabras y de lo que transcribe en su libro ‘Mi exilio’, reconstruiremos parte de la historia de aquella época: el ayer.

El hoy, es el homenaje al que la provincia en la que nació y la Comunidad Autónoma de Andalucía, le hizo merecedora.

María no es una extraña para mí. A pesar de que tanto ella como sus hermanos viven en México, mi marido mantiene contacto con ellos, especialmente con Domingo, con quién compartió el mismo banco de escuela y las mismas travesuras de niños.














María y mi esposo, un reencuentro emocionante


Casualmente María ejerció como enfermera en la clínica del padre de mi marido, el Dr. Cristóbal Urrea por lo que las anécdotas me llegaron en forma directa hace casi siete años, cuando los cuatro, Domingo, María, Enrique y yo compartimos una velada en Sevilla junto a otros familiares suyos.

Por eso María formaba parte de mis recuerdos, de los que unifico con los de mi marido y de los propios, y por ello abrazarla fue en esta oportunidad doblemente gratificante.

El lunes 26 en la sede de la Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía en Almería, nuestra amiga recibía la Medalla de Oro de la Cruz Roja, la más alta distinción que otorga la Cruz Roja a personas que han destacado por su labor humanitaria; un día antes su emoción era patente en el homenaje que le hacían los vecinos del pueblo que la vio nacer.

El 28 de febrero, Día de Andalucía, María era receptora de una de las Once Medallas de Oro conque la Comunidad premió a otros tantos hijos ilustres.

¿Que hizo esta mujer para ser merecedora del respeto y cariño de tantos?, según ella misma, nada; según otros, todo.

Y todo es su trabajo como voluntaria de la Cruz Roja suiza que ayudó, entre 1940 y 1942, a salvar la vida de cerca de seiscientos niños nacidos en la maternidad de Elne, en el sur de Francia.


Acabamos de celebrar el Día Internacional de la Mujer... que mejor homenaje que recordar una mujer que dió mucho por los otros... para leer MÁS sobre esta historia de MARÍA GARCÍA TORRECILLAS

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