El 22 de septiembre del 1522 un gran terremoto asoló Almería destruyendo prácticamente todas las viviendas, incluyendo la Mezquita Catedral que se encontraba junto a la Alcazaba y que, desde el primer día después de la Reconquista, se había consagrado al culto católico.
Protección contra piratas e insurrectos
Era necesario construir un nuevo templo Catedral, pero a la vez que satisfacer las necesidades del espíritu y salvar almas, debía también servir para salvar vidas y atender a la seguridad de los habitantes de Almería, por aquel entonces permanentemente amenazados.
A los vecinos del lugar les quitaban el sueño, tanto el peligro existente por la cercanía de moriscos insurrectos alentados por Boabdil, como las numerosas incursiones de piratas argelinos y berberiscos que por siglos acarrearon terror y muerte a los poblados del Mediterráneo, apresando en sus incursiones numerosos vecinos que eran llevados cautivos.
Por ello el templo debía tener doble función, y es la causa de que se diferencie notablemente de otras catedrales y presente el aspecto de una fortaleza preparada para resistir en guerra.
En él encontraban refugios los habitantes y desde él se defendía la ciudad.
Ayer una necesidad defensiva, hoy una joya arquitectónica para deleite del turismo sibarita
Ya por 1932, en el Catálogo de Monumentos Españoles que se publicó en Madrid, se decía de la Catedral de Almería: "…es un ejemplar notable de Iglesia fortificada. Sorprende exteriormente el apresto defensivo de sus muros elevados sobre talud y flanqueados por enormes cubos de almenas".
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